Bajo imperio, época que sigue al siglo III tanto como de estructura como tradiciones
romanas. En ese entonces la dinastía de los Severos quiere desterrar tradiciones romanas y
sustituirlas con las africanas y las de Siria.
Durante la formación rápida de Constantinopla (326), Diocleciano, con la baja de producción
rural y artesanal, así como la concentración de población en las ciudades, decide poner en
práctica una política de control de producción y precios en la que se ata a los individuos a sus
ocupaciones tradicionales y prohibió que éstas fueran abandonadas, lo que se supone
aumentaría la producción rural al no permitir a los campesinos emigrar a las ciudades. Esto
también dio lugar a las clases profesionales, las cuales siguieron hasta la Edad Media.
Aumentó los precios pero esto llevó a varios productos fuera del mercado y, por lo tanto,
tanto aumentó la venta de los mercados ilegales. Había una centralización política cada vez
más absoluta.
Como consecuencia de las medidas extremistas de Diocleciano, sucedió una proliferación de
las clases sociales, ya que los burócratas se hicieron más ricos conforme el pauperismo de la
clase trabajadora crecía. Este fenómeno caracterizó al Imperio y perduró en estados
occidentales de la Temprana Edad Media.
Diocleciano y Constantino fuero los artífices de la reorganización del Imperio, y con ellos
termina el régimen de la autocracia que provenía de la influencia persa.
La concentración de la autoridad llevó a la división del Imperio, insuinada por la anarquía
militar del siglo III y finalmente consagrada por Diocleciano. Durante el siglo IV el imperio
volvió a caer en un poder absolutista varias veces gracias a los conflictos de poder; no fue
hasta la muerte de Teodoio en 395 que la división fue consumada definitivamente.
La crisis política, social y económica provenía realmente de una crisis espiritual, y de entre
todas las influencias de religiones orientales, el cristianismo fue de las más decisivas. La vieja
religión del Estado romano era importante paro controlara las inquietudes del pueblo. Las
antiguas religiones de salvación se enriquecieron. Las religiones de Mitra y del Sol y sobre
todo el cristianismo comenzaron a tener numerosas masas de seguidores en el Estado
romano; la vieja tradición romana fue reducida a supersticiones e ideas de poco contenido.
El Estado finalmente adhirió la fe cristiana para poder aprovechar el poder de la Iglesia. De
esta manera, la Iglesia comenzó a modelarse al régimen romano. El cristianismo poseía las
características ideales para ser un perfecta religión de estado, por lo que la propia doctrina se
amoldó de acuerdo a las circunstancias y características de pensamiento del Estado romano.
Finalmente la crisis dio lugar a una modificación étnica, las poblaciones extranjeras,
especialmente las germánicas, comenzaron a introducirse en las fronteras y sus miembros a
ocupar cargos importantes para la vida política y social, así fueron introducidas al imperio
nuevas ideas y costumbres. Conforme pasaba el tiempo tras la caída del Imperio Romano de
Occidente, los pueblos bárbaros adoptaban la fe cristiana, entre ellos los pueblos germanos.
El emperador Teodosio murió en 395 y legó a sus hijos el imperio. Horacio fue emperador de
Occidente y Arcasio de Oriente, en un principio no debían violar la unidad del imperio, pero
las circunstancias les obligaron a convertirse en enemigos.
La muerte de Teodosio significó para los visigodos la ruptura del pacto de amistad con el
imperio y comenzaron una campaña de depredaciones en la península ibérica, Arcadio lanzó
a los visigodos contra el Imperio de Occidente, tomando como pretexto una disputa por Italia,
ahí los visigodos se instalaron definitivamente. En 406 las tribus germánicas invadían el
Imperio de Occidente y en poco tiempo se encontraría cubierto por oleadas de visigodos que
buscaban un lugar para establecerse. Las invasiones bárbaras fueron pieza clave para la caída
del Imperio Romano de Occidente.
Teodosio I
Desde 423, Valentiniano III sucedió el trono a Horacio, trató de canalizar a los invasores con
tropas mercenarias que poseía el imperio a su servicio; pero cada vez existía menos poder
imperial, a pesar de la anterior centralización, los mercenarios carecían del sentimiento
patriótico de ciudadano romano que los soldados romanos habían poseído alguna vez. Ahota
los líderes bárbaros mandaban, y desde 455, a la muerte de Valentiniano dispusieron del
trono.
El imperio era solo una sombra; y en 476 fue otorgado a Rómulo Augústulo el trono.
El imperio estaba totalmente disgregado. Pero la idea de la unidad romana aun subsistía, y
con ella muchas de las ideas heredadas del Bajo Imperio.
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